Se pierde la educación si conviene

Mirad mi corte de pelo, estoy preparado para la guerra", advirtió un día Mourinho en una sala de prensa. Y eso iba (y va) para todos. Para sus jugadores, para los jugadores de otro, para los periodistas, para la grada, para el palco y para los árbitros. Todos juegan el partido y si para ganarlo hay que mandar a la mierda a alguno, se le manda, que la buena educación no da puntos. Lo cierto es que cada gesto de Mourinho tiene poco de casual o de pasional. Paradas le había sacado cuatro tarjetas al Madrid en poco más de media hora y aquello había que detenerlo. De ahí que exagerase una discusión con el cuarto árbitro y forzase un cara a cara con Paradas. Luego midió mal la despedida y envió al juez al lugar equivocado en el volumen equivocado.

Esa bronca convenía y la tuvo. En cambio, una semana antes había disculpado un arbitraje devastador en San Siro frente al Milán. "No discutiré por un fuera de juego o una tarjeta. Webb es de los mejores del mundo". El punto clasificaba al Madrid y le hacía casi primero. Convenía no crearse un enemigo con tanta Champions por delante. Como convenía decir antes del Madrid-Osasuna, en una mañana apacible y bien desayunado, aquello de "temo que a Cristiano le metan una h... y no le protejan". Porque Mou se maneja con lo que conviene al equipo, que no es lo que le conviene a su imagen. Ya lo dijo en Informe Robinson: "Hago cosas que no debo y cuando me veo por la tele, no me gusta". A los demás, tampoco, pero ese lado oscuro era parte del lote.

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