El drama es no echarlos en falta

Kaká ganó el Balón de Oro hace sólo tres años y en los últimos cuatro anotó entre 16 y 19 goles con el Milán. Benzema marcó 55 tantos en los dos años anteriores a su llegada al Madrid y fue fundamental en las últimas cuatro ligas del Lyon. Podría discutirse su precio (más de cien millones entre ambos) pero no el buen gusto de Florentino por elegirlos. Pero resulta que siete meses después pesan muy poco en el Madrid (ocho goles por cabeza), hasta el punto de que el equipo no ha perdido un partido de Liga sin uno, sin otro o sin los dos.

El respeto a su palmarés convirtió en primer sospechoso a Pellegrini. A Kaká no le iba partir desde una banda, a Benzema le ahogaba la presencia de Raúl. Pero Kaká salió de la banda y Raúl de las alineaciones y no mejoraron. Después asomaron las pubalgias, Van der Vaart e Higuaín. Y ahora emerge el debate de si están a la altura de su precio. Kaká, futbolista de conducción y desborde, se ha quedado sin piernas. Pasada la hora de partido se derrumba con estrépito. Pellegrini tiró la toalla el día que le cambió ante el Lyon, decisión brutalmente contestada por un asesor del jugador que aún no ha dejado de serlo. Y Benzema, al que Higuaín ha descolgado en el primer puerto, está en serio peligro de anelkización. Se les espera en un derbi disfrazado de ultimátum.

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