Para qué llevarse un sofoco innecesario

Vancouver 2010 izará hoy la bandera española en la Villa Olímpica. Yo estuve en este mismo acto en Turín 2006 y acudimos cuatro gatos, para qué nos vamos a engañar. Nuestro país, que tanta gloria deportiva acumula en los últimos años, no es nadie en los Juegos Olímpicos de Invierno. Y lo digo sin ánimo de faltar. ¿Para qué vamos a llevarnos sofocos innecesarios? Mejor seamos realistas y entendamos que nuestro sitio en las especialidades de hielo y nieve no está en los podios. España sólo ha logrado dos medallas históricamente: el oro del añorado Paquito Fernández Ochoa en Sapporo 1972 y el bronce de su hermana Blanca en Albertville 1992. Un dato demoledor.

Desde esa posición realista sabremos valorar mejor que Queralt Castellet, con 20 años, ya se codea con la élite de half pipe y hasta podría darnos una alegría; o que llevamos tres representantes en hielo (Ander Mirambell, Sonia Lafuente y Javier Fernández), cuando esta federación sólo tiene cuatro años de vida; o que María José Rienda cumple sus quintos Juegos tras superar dos tremendas lesiones; o que Carolina Ruiz se atreve con una disciplina tan compleja como el descenso; o que Jordi Font se clasificó cuarto en el boardercross de Turín con un hombro dislocado y entrenándose con la tabla de otro A los 18 españoles de Vancouver sólo se les puede pedir seriedad. Y si cae alguna chapa, doble celebración.

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