En viernes empieza, en Asia acaba

El fútbol ya no puede conservar sus proporciones clásicas y consiente en deformarse cuanto convenga para mantenerse a flote. Aquellas tres patas de la misma altura (taquillas, televisión y marketing) sobre las que reposaba un club han concluido en una sobredependencia de los ingresos televisivos que llevan a medidas como ésta. La jornada empezará en viernes, como en Alemania, y concluirá en lunes, como en Inglaterra. Una ampliación del horario comercial para hacerle hueco a más televisiones o a las que ya emiten partidos de Primera y Segunda en ocho horarios distintos entre el sábado y el domingo.

Ya no habrá día sin fútbol, salvo en las semanas de Selección, que de eso ya se ha ocupado la Federación para que no peligre su principal fuente de ingresos. Y confeccionar la jornada en semanas europeas será un sudoku. También tendrá su gracia si ese partido del lunes va a un operador que lo emite en abierto, como ocurrió en el pasado, cuando los clubes, por otra ventanilla, intentan erradicar el que ahora se emite los sábados en la misma modalidad en bien del interés general.

Son las cosas de la desesperación económica de los clubes, que permiten defender simultáneamente una postura y la contraria si ambas dejan dinero. Quien no pierde, en cualquier caso, es el telespectador, que siempre estará ahí. En la anterior etapa se registraron audiencias de más de cuatro millones. Y el próximo paquete viajará a Asia, los domingos a las tres. Apuesten por ello.

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