Ya tiene el balón; falta el para qué

Tomado al pie de la letra el partido de Irlanda cuesta firmarle el alta al Madrid tras su desfallecimiento del pasado curso. A Pellegrini, de momento, sólo pueden juzgársele las intenciones y algunas parecen buenas. La primera, tener el balón, vocación de grandeza que está en el ADN del club y que se perdió en el trayecto Capello-Juande. El Madrid superó el 70% de posesión durante el encuentro. Falta ponerle la música de la verticalidad, que apenas asomó, por falta de movilidad en las piezas, de fe en los desmarques. El déficit físico a estas alturas de curso otorga el beneficio de la duda. La ausencia de Kaká y la carencia de un lanzador tipo Xabi Alonso, también.

Igualmente se aprecia una vocación de juego colectivo. Los once defienden un córner (Negredo salvó un gol), los centrales ayudan a Cristiano a sortear barreras, la defensa se adelanta para ahogar la transición al rival, aunque eso hace sufrir mucho a Garay y Metzelder, y menos a Pepe, en los balones largos. Pero también hay puntos negros. Si la pretensión es robar la pelota arriba, la presión debe ser más exigente y encendida. El uso de las bandas es escaso y se encomienda a laterales largos que no abundan en la derecha. Lo bueno es que estamos en julio, que en fútbol es mes preventivo.

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