Toca elegir: Cristiano o el aperitivo

Florentino propone fútbol entre el aperitivo y el primer plato del domingo, un horario incómodo para un país que lo hace casi todo dos horas más tarde que sus vecinos. Están en su contra la fuerza de la costumbre, las tertulias familiares de sobremesa y la climatología entre mayo y octubre, aunque no hace mucho aquí se jugaba a las cuatro y media. La idea esconde el carácter global al que aspira la Liga para hacerse robusta a escala planetaria. El aviso viene a ser que aquí sólo se podrá pagar a Kaká, Cristiano o Messi si la competición se pliega al 'prime time' asiático, donde aguardan 1.000 millones de clientes y donde ya está la Premier. Resulta ocurrente, pero difícilmente realizable, porque los clubes venden sus derechos a operadores nacionales, que a su vez precisan de horarios confortables para ahuyentar competidores, captar clientes y vender publicidad.

Las televisiones pagan entre un tercio y la mitad de la juerga e imponen condiciones. Pero tan disparate resulta jugar a las tres de la tarde de un domingo como a las diez de la noche de un miércoles, horario que echa a los niños de los estadios, y sin embargo todos nos hemos hecho a ello. El dinero que ofrecen los operadores nos ha vuelto comprensivos y si Florentino pone al país entre la espada de Cristiano y la pared del aperitivo dominical, ganará Cristiano. Los héroes pueden con todo. También corre a las dos de la tarde Alonso y en algún minuto de gloria ha llegado a sentar ante el televisor a once millones de españoles.

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