Un trabajo ingrato para Pellegrini

Pellegrini aterriza en medio del estruendo, bajo un manto de entusiasmo que dejará hoy la fotografía imponente del Bernabéu en la puesta de blanco de Cristiano. 50.000 dieron la bienvenida a Kaká. Hoy se espera un casi lleno. El jueves le toca a Benzema. Y Florentino continúa percutiendo sobre el Bayern de Ribéry para abrochar el póker. A Pellegrini le toca ahora que este despliegue de luz y sonido también acabe en un equipo de provecho. La plantilla comenzó con 34 y sólo se han caído Cannavaro, Faubert, Codina, Saviola y De la Red. Es inevitable la purga, trabajo ingrato que corresponde al técnico. Corren peligro los holandeses y Mahamadou Diarra, en muchos casos más que por un rendimiento reprochable porque su cartel aún permite hacer caja.

El entrenador ha de procurar salidas honorables a veteranos como Michel Salgado o Heinze, pronunciarse sobre Guti o canteranos de última generación como Parejo, decidir si Negredo o Garay llegan para quedarse en el Bernabéu o están únicamente de paso, decirle al presidente que necesita un mediocentro creativo y que no hay más lateral izquierdo que Marcelo, explicarle a Raúl que no debe cambiarle la cara aunque pese menos que antes en el equipo, imponer al vestuario un código de conducta que preserve la siempre difícil convivencia en la galaxia. Y, además, tendrá que llegar al próximo 30 de agosto con el equipo en perfecto estado de revista. Porque en el Madrid la ilusión desbocada no es más que el disfraz de la máxima exigencia.

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