Un gol cada dos partidos es su suelo

Oficio duro el de ariete, cuyo prestigio es directamente proporcional al número de goles que marca. A ellos apenas se les valoran otras virtudes. Kluivert y Torres, indiscutibles en casi todo, fueron censurados porque rara vez han pasado de veinte goles por curso. Iván Zamorano cumplió una vuelta en el Madrid sin hacer un gol, suceso dramático para el que no se halló explicación. Gerd Müller nunca fue un jugador vistoso y el gol le convirtió en el más importante de su época. El goleador pierde la inspiración y es devorado por la ansiedad. Lo malo no es que no marca, sino que no se lo explica. A Huntelaar le acechaba ese peligro.

Pero marcó el domingo ante el Sporting. Y repitió, después, con un soberbio cabezazo que el árbitro invalidó injustamente. En los ratitos que le ha dado Juande cumple con los pronósticos: es un rematador de un solo toque. Difícilmente se sacará un gol de la nada, pero si le ponen dos extremos, hará muchos. Con las dos piernas y de cabeza. El Madrid ya tuvo un futbolista así, Morientes, y lo veneró. En el peor año de su carrera, Huntelaar hizo más de un gol cada dos partidos. Aquello era en Holanda, donde la hinchada, la Prensa y el escudo aprietan menos. Aquí aún deja dudas. Las mismas que rodeaban a Van Nistelrooy. El Madrid necesita que las despeje de igual modo.

Lo más visto

Más noticias