...pues el paraíso era Liverpool

Torres ha cambiado muchas veces de peinado, casi nunca de equipo y nunca de chica. No se sabe bien qué rareza supera a la otra en un futbolista que 313 partidos y 113 goles después es en esencia el mismo al que vi por primera vez en mayo de 2001. Visitó AS con tres madridistas (Diego León, Palencia y Jesús) y otro atlético (Sergio Torres). Acababan de aterrizar como campeones de Europa Sub-16. Fernando había sido elegido máximo goleador y mejor futbolista del torneo. Un tanto suyo le dio a España el título (lo mismo que en la final del Sub-19 de 2002 o que en la Eurocopa absoluta de 2008, ambos ante Alemania, país magnánimo que no le ha prohibido la entrada) y en la redacción fue el que menos habló. Por timidez, por modestia o por sensatez, tres camisetas que se trajo del juvenil.

No me sorprende su admiración por Gerrard, encargado de que nadie malgaste la herencia del Liverpool. Él ya estuvo ahí antes en el Atlético. Un encargo fatigoso para un juvenil. En Madrid fue el adolescente huérfano condenado a sacar a la familia adelante. En Inglaterra es un futbolista maduro y liberado. En números redondos, aquí marcaba en un partido de cada tres. En la Premier, en dos de cada tres. Y además, cuando saca a pasear al perro, no le aguardan reproches sino dos señoras que le sonríen y le cantan su canción. Dice que el Atlético es la ansiedad. Y Liverpool, un paraíso pasado por agua.

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