Este Aleti es un caos a balonazos

Cómo explicar en 1434 caracteres un caos tan incomprensible como ante el Villarreal? ¿Cómo entender que se pueda decir una cosa y su contraria del equipo y de la mayor parte de sus futbolistas? No de todos; de alguno debe afirmarse que es difícil jugar mejor: ese Simao que hace dos, improvisa una jugada de cincuenta metros para el de Forlán y saca la falta del cuarto. Ese Simao va para jefe. Por la sentina, mientras, dormita Banega, un talento natural camino del desperdicio porque no acaba de entender lo que se negocia. Y en el término medio, Leo Franco. No le habíamos visto a nuestro portero entonar un aria operística como la de la otra noche: ¡qué cantada! Y sin embargo, en lugar de abrumarse y fallar todas las siguientes, saca una imparable, rasa, desviada por un compañero, fuerte, junto al palo, que hubiera sido el quinto del Villarreal o el adiós a la igualada.

Quién creía en el empate en el minuto 80 con 4-2 y uno menos: ¿tú? ¿yo? ¿el obispo de Huesca que es del Aleti y por eso dos veces creyente? Creían Miguel de las Cuevas y Raúl García, su arrojado vitalismo terminó por completar un círculo insólito cerrado con bravura. Fue por partes un Aleti ordenado, un Aleti certero, un Aleti chico, un Aleti abatido, y al fin diez minutos de Aleti gigante. Por la castigada salud de la masa social y por el buen orden que se le supone a un equipo formal sería muy deseable tener una idea de cuál jugará esta noche.

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