Yo digo Pedro Luis Ferrer

La dinamita no tiene precio

Por fin una goleada, un triunfo grande en el marcador para hacer más digerible otra noche de fútbol atropellado y, por momentos, muy escaso. El Zaragoza, pese al gafe que persigue a Braulio, tiene una pegada demoledora para la categoría y le alcanza con forzar un par de errores o trenzar tres contragolpes para abultar cualquier ventaja. Y si es otra vez contra diez, mucho mejor. Braulio fue ayer el fontanero de un Zaragoza que se redimió en ataque de su pertinaz insolvencia a balón parado. Volvió a encajar otros dos goles, pero hizo cuatro. Oliveira, mortal cuando pisa el área con ventaja, Jorge López y Caffa firmaron la primera goleada de la temporada, un resultado que acabó por ahogar los pitos de la grada en algunas fases. Porque, hay que decirlo, el equipo volvió a sufrir y sólo se soltó el pelo con el 4-2.

El Zaragoza tuvo veinte minutos iniciales de una gran presión que asfixió al Alavés y le obligó a cometer muchísimos fallos en la circulación, pero luego, otra vez más, volvió a regalar el balón y su fútbol, aun en superioridad numérica durante toda la segunda parte, fue de una fragilidad evidente. El Alavés llegó a acercarse peligrosamente en el marcador hasta que apareció la zurda de seda de Caffa. Su gol, un golazo, cerró el partido y abrió una pequeña fiesta, un festejo del que hasta tuvo tiempo de disfrutar el portugués Coentrao. Y una pregunta final, sólo una: ¿Por qué no es titular Caffa en este equipo? Quizá sea otro misterio del fútbol moderno.