Villa gozó con el ascenso del Sporting

Villa completó su felicidad viendo en directo el ascenso del Sporting, su Sporting. Su paisano y exégeta Juan Castaño movilizó a los técnicos de Sogecable (Cuatro y Canal +) para que captaran la señal y la bajaran a este delicioso hotel Edelweis, metido entre las montañas del abuelito de Heidi, y en el que ayer, día de descanso tras tanto ir y venir, me llegué a sentir como un patito de goma en una bañera. Más feliz se sintió aún Villa, ese chico humilde que guarda en su cuerpo de estrella del fútbol un alma de hincha común, de hincha del Sporting en su caso. El alegrón fue tremendo.

El suyo y el de su padre, antiguo minero, al que ayer miraba yo con simpatía desde prudente distancia. De la mina al aire purísimo del Tirol, por obra y gracia de ese guajeque Dios le dio. Hay bastantes padres por aquí. Padres y madres. Más que esposas, me parece, quizá porque el equipo es joven y hay mucho soltero, o porque ellas se dejan ver menos. Los padres se conocen en muchos casos entre sí desde hace años, por las selecciones inferiores. Da gusto verles gozar ahora, cuando uno imagina tanto llevar y traer al niño a los entrenamientos, o tanta mañana de domingo en campos de tierra.

Pero estaba en Villa, al que ya llaman El Matador. Asturias no es tierra muy taurina, pero esos matices no se ven más allá de los Pirineos, donde a todos nos imaginan toreando y a ellas de faralaes, aplaudiendo. Pues El Matador es el goleador que todos quisieran tener, insistente, listo, rápido y preciso como un cirujano. No ha tenido muy buen año en el Valencia y llegó a perder la titularidad en la Selección, pero ahora está como nunca, tomándose la revancha de esos meses tristes. Es el hombre más admirado y requerido del campeonato. Pero ayer sólo quería ver en paz y en familia al Sporting. A su Sporting.

Lo más visto

Más noticias