Y el siguiente, ¿qué hará con Raúl?

Y el siguiente, ¿qué hará con Raúl? me preguntaba no hace mucho un amigo. Lo recuerdo hoy, cuando la Selección se reúne en Madrid, ya para las sesiones de trabajo definitivas con vistas a la Eurocopa. Luis, ya se sabe, no seguirá. Tampoco se retirará. Tiene oferta, nos asegura Vara, del América de México. Y alguna oferta más tendrá. Luis, eximio entrenador, extravagante ciudadano, forma parte del paisaje de nuestro fútbol, como los Alpes lo forman del paisaje europeo. Es mucho tiempo. No será fácil acostumbrarse a su ausencia. Seguro que estaremos con un ojo en México, o donde vaya.

Al siguiente, que será Del Bosque (cuya discreción proverbial le está haciendo salir con bien de la engorrosa posición de Juan Sin Tierra que le toca vivir estas semanas) le va a dejar Luis una herencia buena por un lado y regular por otra. Buena porque, más allá de lo que ocurra en la Eurocopa, Luis ha hecho una Selección, con un buen estilo propio, y en la que ha integrado bastante bien a los mejores valores de nuestro fútbol. Sólo falta que Cesc y Torres terminen de entrar en el funcionamiento colectivo. Dónde lleguemos o no es otra cosa. Y estará condicionada por la debilidad de nuestros centrales.

La regular, o mala, es el emponzoñado debate sobre Raúl, que Luis no ha atajado, y bien hubiera podido, sino agravado con su actitud. Pero vuelvo a la pregunta de mi amigo: Y el siguiente, ¿qué hará con Raúl? Tendrá un apuro, porque no tendrá que hacer el equipo de septiembre de 2008, sino el de junio de 2010, para la fase final de la Copa del Mundo, en Suráfrica. A Raúl hay que verle, o adivinarle, a esa distancia temporal: dentro de dos años, otros dos años de sesenta partidos y sesenta mil carreras. Pero, ¿cesará el clamor con el adiós de Luis? Difícil. Haga lo que haga, al que venga le pillará el toro.

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