Brunete, concurso de canteras

Escribo desde Brunete, donde, como cada año, desfilan ante nuestros ojos los mejores futbolistas de once años del país. Un precioso concurso de canteras, un festival de regates, toques, remates e ilusiones. Cada club trae lo mejor que tiene, sin más salvedad, en casi todos los casos, que haber sacado buenas notas. Prohibido suspender. El fútbol es sobre todo una diversión y una formación. Lo de profesión es una posibilidad remota. Algunos de los que hay aquí llegarán, pero sólo unos pocos, así que no hay que descuidar los estudios. Permitir a un chico de esta edad que se ciegue con el fútbol es hacerle un mal.

El jueves por la noche hicimos un Larguero en el que se debatía sobre el coste y la utilidad de las canteras. Yo no tengo la menor duda: es la inversión más rentable. Hablamos del Atlético, cuya ilusión colgó durante años de Torres, que cuando al fin se fue dejó una pila de dinero; y ahora, el agujero del equipo en el medio campo ha venido a llenarlo Camacho. Hablamos del Madrid, donde siguen Casillas, Raúl y Guti, gestionando la resaca galáctica, como puente hacia nueva época. Y del Barça, donde Iniesta, Xavi, Puyol, Valdés y Bojan han salvado la decencia del club en una temporada infame.

La cantera da algo más. Refuerza la identidad del club, hace de ancla con la afición, con la ciudad, con el entorno. Salvo raras excepciones, los jugadores que proceden de ella protegen más al club, son más fieles a una idea, actúan, por decirlo de una vez, con más decencia. Como para todo, hay excepciones, pero el hecho está ahí. Por eso es bueno que los clubes inviertan en esto desde edades tan tempranas, y por eso mismo sería más deseable que ofrecieran más y mejores oportunidades a los mejores de entre los mejores. El salto final al primer equipo suele ser difícil. Pero esa es otra historia.

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