Puente sobre aguas turbulentas

El día después es lo peor cuando se ha perdido un partido. Y este día después va a ser largo para el Barça, que ha de tender un puente sobre aguas turbulentas desde hoy hasta el próximo Gamper, cuando presente ante los suyos un equipo nuevo. De aquí a entonces le esperan un alirón del Madrid y una montaña de decisiones dramáticas, las mismas que evitó hace un año, cuando ya se veía venir lo que venía, pero Laporta prefirió mirar para otro lado. Un año más tarde, ya no es una temporada en blanco sino dos. No una Liga del nuevo Madrid de Calderón, sino dos, la segunda inminente.

Ahora Ronaldinho vale mucho menos que hace un año. Ahora a Ronaldinho se ha unido el lastre de Henry, que vino para disimular un problema, y lo agravó. Ahora el efecto disolvente que Ronaldinho ha inducido en el grupo se ha extendido más. Ahora hay más prisa, más hombres que eliminar, más gente que fichar. Y por el camino, Laporta ha perdido un prestigio que no hace tanto tuvo. Todas sus intemperancias, sus calzoncillos, su cuñado franquista, sus bravatas en las peñas, todo eso se vuelve ahora más que nunca contra él, porque en el gran fútbol cuando no tienes resultados no tienes escondites.

Ahora es tiempo de listas negras, de ventas baratas y compras caras, porque el mercado es implacable y no tiene ninguna piedad con el que sufre urgencias. ¡Hubiera sido tan fácil evitar esto! Hubiera bastado con aceptar que Ronaldinho ya no estaba para nada y haber dejado a Henry en el Arsenal. Y confiar en el grupo joven de los Messi, Etoo, Iniesta y Xavi. Y en el ejemplo de Puyol. Y en las magníficas condiciones de Bojan y Giovani, a los que se ha privado de unos minutos que hubieran sido provechosos para ellos e ilusionantes para el público. Un año perdido, por falta de valentía. Ahora será más duro.

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