Aunque Raúl ya prepara el capote...

La primera condición necesaria para que el Madrid cante esta noche el alirón ya se ha dado en A Coruña: el Barça no ganó. Ni siquiera empató, que también le hubiera valido al Madrid. Perdió, y perdió sin drama. Desde la alineación inicial se veía que ésta ha dejado de ser la guerra del Barça, que está por una causa superior: la Champions. Sus esperanzas de salvar la temporada se aferran a ese balón del penalti fallado por Cristiano Ronaldo en el Camp Nou. El Barça ya no juega esta Liga, ni siquiera por ser segundo. Se agarra al clavo ardiendo de la Champions, la gloria o la tumba a una sola carta.

Claro, que esa era condición necesaria, pero no suficiente. Ahora falta que el Villarreal no gane en el campo del Betis, adonde va, desde luego, con el ánimo de ganar. Si lo hace habrá puesto al Barça a cuatro puntos (más el 'goal average') a falta de sólo cuatro jornadas. Tendrá el segundo puesto bastante a tiro. Premio mayor para un club modelo, donde hace tiempo que todo se hace bien. El Betis no es pieza fácil, o sí, según le dé. El Betis es bastante Currobetis, de siempre y de ahora, y nunca se sabe si le soplan las musas o no, y cuándo le soplan. Y, en todo caso, tiene los deberes hechos, con 44 puntos.

Y luego aún quedaría la victoria del Madrid sobre el Athletic, que tampoco hay que dar por descontada. El Madrid ha hecho una gran temporada, pero ya ha demostrado que sabe distraerse cuando tiene sobredosis de euforia. El Athletic vive por primera vez en muchos meses la sensación de alivio de no sufrir la amenaza de descenso, que en aquella ciudad es más terrible que en ninguna. Está salvado, mira a la UEFA, puede disfrutar con el juego, recupera a Gurpegi y el orgullo de club le rebela contra la preadjudicada condición de suculento guiso de la fiesta. Sí, el alirón es posible, pero no es seguro.

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