El fútbol es de los futbolistas

Los goleadores, como los amigos, son para las ocasiones. Estaba la final de Copa, la hermosa y disputada final de Copa, en un sí es no es, cuando salió Morientes. Hubo comentarios en contra. Algunos pensaban que quizá mejor Joaquín, más veloz y contraatacador, más apropiado por ello para esos momentos en los que el Getafe se volcaba, obligado, al ataque. Pero Morientes tiene ese algo que tanto escasea: el gol. Como todo goleador, su presencia es mitad una promesa, mitad una amenaza. El caso es que salió él y cazó al vuelo el balón del partido, un rechace torpe de Ustari, y marcó. Valencia, campeón.

Valencia campeón, sí. En un año horrible, de los peores que le recuerdo. Y ante el club ejemplar del momento, el que atraía el afecto de toda España por su humildad, por su buen trabajo, por su gallardo paso por la UEFA, por su inolvidable aventura con el Bayern, en la que nos tuvo a todos suspendidos ante la pantalla del televisor hasta el último instante, lo mismo en el partido de ida que en el de vuelta. Gran equipo el Getafe. Más que un equipo, una causa. Pero enfrente tenía un grupo de muy buenos futbolistas. Y en día así, en una final, lo que cuenta son los futbolistas. Y el Valencia los tiene mejores.

Eso fue decisivo. Era un solo día, era toda una final. De un lado estaba el orden, el buen rollo, el club modelo. Del otro, el desconcierto inaudito en que se ha manejado el Valencia esta temporada. Pero una final es una final, y a igualdad de entusiasmo los once mejores ganan siempre. Y esta vez los once mejores los tenía el Valencia. Empezando por Silva, para mí el hombre de la final, y acabando por Morientes, que con su impecable y astuto remate aseguró el título que faltaba en su hermosa carrera. Ganó el Valencia. Sus jugadores lo merecían. Han sufrido mucho y supieron sacar lo mejor de sí la noche decisiva.

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