No se lo quiere perder ni el Rey

Getafe ocupa hoy el centro de la escena. Antaño pueblo agrícola, huerta de los madriles, luego parte del oscuro y sufrido cinturón obrero de la capital, hoy es una ciudad emergente con vida propia y una ilusión especial: un gran equipo de fútbol. Algo que todo el mundo desea, pero que sólo unos pocos poseen. Ese equipo recibe hoy al Bayern de Múnich, con sus rutilantes figuras: Kahn, Ribéry, Toni, Lucio... Jugadores acostumbrados a grandes escenarios, que hoy vistan un campo que Beckenbauer ya conoce y respeta. Va a ser una gran noche, Tan grande, que ni el Rey se la quiere perder.

Bello gesto el del Monarca al acercarse al partido. Ya vio una vez al Getafe en directo, en la final de la pasada Copa, y le volverá a ver la semana que viene, en la misma circunstancia. Pero esta vez no va el partido a él, sino que él va al partido, a esa ciudad nueva y creciente a la que ¡ay! los madrileños nos acercamos demasiado poco. El Getafe no llena ni cuando le visitan el Madrid y el Atlético, a los que sus aficiones no les saben seguir hasta allí, porque los madrileños nos hemos hecho paletos en lo nuestro y nos mareamos en la madeja de autopistas de que nos hemos rodeado para aislarnos del mundo.

Hoy sí se llena el Coliséum, en la gran fiesta de este equipo educado y simpático, que juega bien porque se maneja en un magnífico ambiente. Con lo que a otros les sobra, Ángel Torres monta y desmonta un equipo nuevo cada año, con una receta que sólo él tiene, que consiste más que nada en su propia intuición y en estar al tanto de todo. El ojo del amo engorda al caballo, ya se sabe. Y así, burla burlando, ha llegado a estos niveles de la Copa de la UEFA, y a ponerle las peras al cuarto al mismísimo Bayern de Múnich, ese viejo enemigo de nuestro fútbol. Y el Rey, en el palco. Será una gran noche, sí.

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