El líder da un puñetazo en la mesa

Esta vez sí jugó bien el Madrid. Un partido pleno, tenso, ante un rival grande. Jugó bien todo el Madrid. Apenas despistes atrás, juego brioso y artístico en el medio campo, llegadas, remates y goles. Uno de ellos, el más difícil, el más valioso, lo marcó Raúl nada más empatar el Sevilla. Sneijder le metió un buen balón en el área, pero la situación no era fácil, y la resolvió como un crack, controlando de espaldas, eludiendo al defensa que tenía pegado y colocando el balón junto al palo. Era su gol oficial número 290 con el Madrid, los mismos que Santillana. Delante sólo quedan los 307 de Di Stéfano.

Antes había marcado Heinze. Luego lo haría Higuaín, que lo necesitaba, porque este es un jugador que me parece espléndido, pero con un extraño maleficio ante el gol. Tiene clase, es profundo y sabe llegar a posiciones de remate, y rematar bien. Pero el gol se le escapa por los pelos casi siempre. No suelen ser pifias clamorosas, sino un quítame allá cinco centímetros que siempre le sale en contra. Pero llega, llega y llega, y por fin tuvo el premio del gol. Mientras vuelve Van Nistelrooy (y quizá después, si Higuaín entierra ese gafe) Schuster haría bien en persistir en esta apuesta. Y en la de Gago.

Volvió a ser el Madrid porque apretó, corrió, se vació. Tiene su clase este equipo, pero no le sobra. Necesita darse el arrimón en cada partido, pero el arrimón completo, del minuto uno al noventa y tantos. Si lo hace puede vencer a cualquier equipo de la tabla. Si se cree lo que no es, aún le puede alcanzar el Villarreal, que le llega por detrás como una moto. Lo de ayer es lo que tiene que hacer el Madrid siempre. Sólo un pero: el speaker y la bromita de 'El Siete de España'. Raúl no es hoy el siete de España, sino el siete del Real Madrid. Que la propia voz del club envenene esa polémica está muy, pero que muy feo.

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