La extraordinaria rebelión del Getafe

El Benfica pertenece a la aristocracia del fútbol europeo, y sus títulos vienen de antiguo. Tras las cinco primeras copas de Europa del Madrid, quien toma el relevo es el Benfica, y bien a costa nuestra. La final de la sexta se la gana al Barça, en tarde desafortunadísima de Ramallets, aquel genio de la portería, y de todo el Barça, que estrelló cuatro tiros en los postes. En la séptima eran los mismos más una joven fiera de Mozambique llamada Eusebio, terrible goleador. Enfrente, el Madrid. Envejecido, pero el gran Madrid. Ganó el Benfica 5-3, después de ir perdiendo por 2-0 y 3-2. Hablo de los primeros sesenta.

Aún jugó dos finales más, perdidas en campo contrario. Aún le metió cinco al Madrid otra vez, en eliminatoria de Copa de Europa. Aquellos mismos componían la selección portuguesa de 1966, que fue tercera en el Mundial, con Eusebio como máximo goleador. Por aquellos tiempos el Getafe era un humilde equipo de la Tercera División, cuyos aficionados y jugadores mirarían con admiración y espanto las proezas de Eusebio en los televisores de la época, aún escasos (en bares buenos, en escaparates, en casa de algún pariente muy acomodado). Y en blanco y negro. Ahora no es así.

Ahora el Getafe se carga al Benfica y se planta en el bombo europeo como único representante español en la UEFA, feliz compañero del Barça, que goza de esa misma exclusividad en la Champions. Hoy es el sorteo. Hay alguna granada de mano en el bombo, como el Bayern de Múnich. En perspectiva está, para la semana próxima, la devolución de visita al Racing, con la final de Copa (que sería la segunda consecutiva) en el horizonte. En la Liga todo está controlado. Tanto partido produce daños y bajas, pero el ritmo de juego no se altera. Es fabuloso lo que está haciendo el Getafe. Suerte para hoy.

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