No se habían ensayado los penaltis ...

El buen partido del Madrid en Roma, castigado con un mal resultado, no tuvo su equivalente en el Bernabéu. El Madrid jugó mal y perdió bien. Marcó un gol validado en fuera de juego, lanzó una falta a la escuadra y apenas puso en algún aprieto más al meta del Roma. Por contra, su rival marcó dos goles limpios, estrelló dos balones en los palos e inquietó discretamente a Casillas. Más allá de esa acelerada estadística de las áreas (que viene a ser la verdad de todo partido) se esconde otra realidad: el Madrid no jugó nada. Tuvo veinte minutos de arrebato, en los que cazó el gol, y sólo eso.

Muchas bajas, posiblemente: Van Nistelrooy, Sergio Ramos, Robben (que se estaba viniendo arriba), Sneijder... Pero hay una plantilla larga y cara, la plantilla del campeón de Liga más cien millones en refuerzos. Con eso e incluso con más se puede caer en Europa, por una mala noche, porque enfrente haya un gran equipo, por lo que sea. Pero lo malo de esta caída del Madrid es que no dejó ninguna sensación positiva. No emocionó, salvo durante el rapto pasajero de vergüenza torera, hasta que se le acabó el aire. No jugó bien, no se sintió seguro con el balón ni sin él. No pareció tener un plan.

Schuster dijo en la víspera que no se habían ensayado los penaltis. "¿Qué pasa, que nadie piensa aquí que vamos a pasar?", clamó. Ahora hasta la suerte del Sevilla parece envidiable: al menos haber caído en un cara o cruz, tras 120 intensos minutos. Ahora lo que queda es la sensación de que este Madrid no justifica tanta arrogancia como se permite Schuster, con sus torpes y contraproducentes desafíos. Al fútbol le ayuda la humildad, no es ningún secreto. La humildad se transmite de arriba abajo. Un entrenador que da tales cantes interrumpe esa escala. Conviene tenerlo muy en cuenta.

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