Esto es el cuento de nunca acabar

La cosa se anunció con gran trompetería poco antes de la hora de comer: Luis y Raúl convocaban a la prensa para las seis de la tarde, en la sede de la Federación (o de quien sea, porque el terreno es comunal). ¿Qué iba a pasar allí? Pues poco. Una actitud generosa de Raúl, invocando la unidad en torno a la Selección como bien superior, mucho más allá de la importancia de su convocatoria o no, y unas desilusionantes reticencias de Luis, que insistió en que 'lo' de Málaga estaba preparado, aunque no dijo por quién. En suma: un acto más de un episodio que me aburre mucho. Y me parece que no soy el único.

Luis está en su derecho de no convocar a Raúl, pero ha dado lugar a que esa ausencia se convirtiera en una gresca recurrente que afea cada comparecencia de la Selección. La categoría de ambos personajes sufre con este sainete, al que Luis se ha arrastrado por no decir, simplemente, que prefiere delanteros más veloces, como son todos los que convoca, y que aunque Raúl tiene un mérito enorme, se ha rehecho y marca goles, prefiere a otros. Eso es sencillo de explicar, pero no ha querido ser tan claro y en torno al asunto se ha montado un folklore nacional cuya dimensión infla el propio Luis cada poco.

Ahora alguien ha proyectado un acto que a mi modo de ver ha resultado fallido. Raúl, cuyo rubor sufre por esto, pide que se olvide el asunto. Pero Luis no quiere, o no sabe, y persiste en ver fantasmas donde sólo hay la caída de la selección de un jugador muy notable, un hecho que en el fútbol de cada país se da, inevitablemente, cada equis tiempo, cuando el jugador-emblema de turno decae. Yo aspiraba al menos a que este engorroso asunto sólo emergiera cada vez que hubiera partido de la Selección. Pero con la buena intención de resolverlo de una vez por todas nos lo han vuelto a meter en la sopa.

Lo más visto

Más noticias