Cuando los goles se cantaban así...

Di Stéfano marcó de tiro libre al Vasas, uno de tantos goles en una de tantas noches gloriosas noches europeas, y saltó tres veces, encogiendo las piernas y alzando los brazos. Una expresión de alegría espontánea, natural, casi salvaje. No buscaba el mensaje forzado del que se quita la camiseta, se señala el número, se agarra al banderín o mea en él. Sólo cantó un gol de la mejor manera posible y por eso ha pervivido, primero a través de la foto de Agustín Vega, y desde ahora a través de la estatua de Pedro Montes en bronce y piedra. Así se cantaban los goles cuando el fútbol no tenía tantas adherencias indeseables.

Ayer se descubrió la estatua, en un día de homenaje a Di Stéfano que en realidad fue un homenaje al fútbol todo. Previamente, Platini le entregó el premio 'Presidente' de la UEFA, recién instituido. Su parlamento fue un canto a los valores del fútbol, un reconocimiento a la aportación que la escuela suramericana, con su concepción artística del juego, ha hecho al fútbol europeo. Leído en buen castellano. "En los próximos cinco minutos voy a asesinar la lengua castellana", anunció con humor, pero no fue así. Arrastró las erres, como buen francés, pero no asesinó nuestra lengua. Más bien la honró.

Platini, Kopa y Zidane, los tres grandes del fútbol francés, estuvieron en lo que Enrique Ortego bautizó ayer en ABC como el 'Día de SanDi Stéfano'. Es significativo por todo lo que Francia ha aportado al fútbol y al deporte, entre otras cosas la Copa de Europa, base de la gloria del Madrid. Y de Di Stéfano, ese 'tónico de la voluntad' como le definió felizmente Lissavetzky, citando a Ramón y Cajal. Orgullo de Madrid, dijo Gallardón. Es verdad. Orgullo del fútbol, dijo Blatter. También es verdad. El Madrid perdió el sábado, pero ganó ayer, al recordarnos a todos cómo cantaba Di Stéfano los goles.

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