Sentados sobre un barril de pólvora

Mientras debatimos alegremente sobre los cambios de humor de Luis, los escaqueos de Ronaldinho y las proezas de Casillas, una amenaza seria se cierne sobre nuestro fútbol. El gobierno, vía CSD, ha emitido una orden ministerial que pretende adelantar las elecciones de las 'federaciones-olímpicas-no-clasificadas-para-los-Juegos-Olímpicos' a la primavera. Villar, presidente de la de fútbol, no clasificada para Pekín, no piensa cumplirlo. Reclama su derecho a completar los cuatro años de mandato, que cumplen en noviembre. Entre él y Lissavetzky se ha establecido un pulso por un quítame allá seis meses.

Villar entiende que se debe, antes que nada, a la norma FIFA, que rechaza injerencias de los gobiernos en los procesos electorales de las federaciones. El común de los ciudadanos tendemos a pensar que el ordenamiento jurídico general obliga a todos, pero la FIFA se considera una asociación privada con derecho a dar de baja a cualquier miembro si en su ámbito no se respetan las normas con que ella se maneja. Dar de baja a España se traduciría, 'grosso modo', en que ni nuestra selección ni nuestros equipos jugarían competiciones internacionales. O sea: ni Eurocopa, ni Champions, ni UEFA, ni nada.

¿Serían capaces? No me apetece comprobarlo. Me da miedo tentar al Diablo en este asunto. Ya expulsaron a Grecia por un caso parecido, y el parlamento griego, ante la tesitura, prefirió reunirse y modificar en quince días una ley. En nuestro caso, además, el argumento para obligar a Villar a adelantar las elecciones es poco defendible: el fútbol no va a los JJ OO, cierto, pero sí a la Eurocopa, lo que a efectos prácticos es equivalente. Algo en la orden ministerial suena a capricho difícil de defender. Necesitamos una salida, que exige tacto y generosidad por ambas partes. No vayamos al precipicio por seis meses.

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