No sé si la culpa fue de Maniche

No sé si la culpa la tuvo Maniche, que posiblemente sí, o la tiene el entrenador por no aumentar unos milímetros la dimensión de su paciencia. A veces, quien tiene la responsabilidad de dirigir ha de echar mano de extrema astucia aunque se parezca mucho a la hipocresía antes de crearse a sí mismo un problema más grave del que resuelve. Maniche, con su juego alborotado de altas revoluciones concluía por meter al equipo en un lío de juego que se resolvía a golazo limpio y del que el Aleti casi siempre salía ganador. Había terminado por emparejarse bien con Raúl García que vale para todo. Mi convicción es que no estaría escribiendo este artículo si Motta no se hubiera lesionado. Pero se lesiona. Y me aterra la cuestión porque me acuerdo de la frase ceniza y cargada de razón que siempre me encalomaba Emilio Cruz: "No le des vueltas, el jugador que se lesiona, se lesiona".

Espero que el teorema se parta por el eje y una lesión, en el caso de Motta, no conduzca a otra. Ese muchacho es uno de los tres mejores de la liga si está en forma. Pero no lo está ahora, los que sustituyen al portugués ya se han examinado y no aprueban, el equipo pierde alegría de juego, Raúl García hace los últimos veinte minutos a golpe de corazón, corriendo por orgullo, impresionante, después de multiplicarse todo el rato y en resumen, lo que nos dicen los últimos partidos es que jugamos peor. A eso no debemos acostumbrarnos. El domingo viene esa gente. Pero antes hay Copa. Y me acuerdo de las oleadas desde el Bernabéu, la Castellana tomada por la marea atlética hasta desembocar en Neptuno para regalarle a Madrid la fiesta de su equipo. Y el retorno de Zaragoza en el expreso Pantic. Tanta alegría pasa por Valladolid. El miércoles.

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