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Las cabezas ruedan en nuestra Liga

David con la cabeza de Goliat es una asombrosa pintura de Caravaggio. En ella, un joven sostiene la enorme cabeza de su rival que acaba de cortar. Nadie es intocable y hasta los más fuertes tienen una debilidad. Esa flaqueza, en el mundo del fútbol, la simboliza casi siempre el entrenador. Suele ser presentado como el líder que guiará al equipo hacia el triunfo, aunque la letra pequeña dice que será sacrificado si los tiempos vienen revueltos. En ocasiones, el técnico es responsable de los fracasos y en otras no, pero eso no importa.

Esa cortina de humo se ha aplicado en el Celta. La cadena de errores que destituyó a Vázquez y contratar a Stoichkov se ha resuelto cinco meses después. Ahora, con el místico López Caro, los gallegos empiezan de nuevo. En Cádiz. la burla institucional se ha resuelto echando a García Remón. Él paga una ronda que se han bebido otros. Era tal el genio de Caravaggio, que una cabeza cortada podía resultar bella esbozada por sus pinceles. En nuestra Liga falta ese talento, pero las cabezas siguen rodando. Metafóricamente claro.