Cosas que sólo pasan en Montjuïc

Suceden cosas increíbles en el Estadi Olímpic. Un ejemplo: se llega a un acuerdo con una marca deportiva para que vista al equipo y al fútbol base, y resulta que hasta hace dos semanas no llegaron las prendas de invierno, por lo que más de uno tenía que lucir ropa de empresas patrocinadoras del pasado. Triste. Montjuïc tiene el encanto de convertir al más gracioso en un desgraciado y de amargar lo que parece más dulce. Dentro de ese tono de locura simpática, nos encontramos el caso de un chico joven, brasileño y que hasta hace nada y menos mostraba siempre una agradable sonrisa que alegraba el día más triste a cualquiera que se acercara y charlara un segundo con él. Éste es futbolista y responde al nombre de Fredson Cámara.

Lo que hasta hace poco era un sonrisa profident se ha convertido, en un rostro oscuro y con pinta de depresivo. ¡Fredson no ríe! Y eso es una desgracia. No para la gente de a pie, sino para un vestuario que estaba acostumbrado a sus bromas y a sus estridentes gritos simpáticos. El fenómeno de la alegría brasileña se cortó el pelo hace unas semanas, y como a Sansón, parece que se le haya ido la fuerza y la gracia que siempre le acompañaban. El chico acostumbraba a saludar, pero debe ser tan grande la decepeción interna que sólo levanta la mirada y mueve el rostro. Lo que antes siempre era un saludo efusivo se ha convertido en una tristeza permanente. Fred está fastidado. Son cosas que sólo pueden pasar y conseguirse en Montjuïc.

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