Breve historia de una goleada equívoca

Buena idea la de Calderón de poner precios populares al partido de anoche. Se podía acudir desde tres euros. El día, además, era festivo en Madrid y entre una cosa y otra fue posible ver el Bernabéu con un aspecto granado y buen ambiente. Noches así permiten que se acerquen al fútbol los que no son habituales (los que fallaron en mayor número fueron los abonados) y siempre resulta más grato el fútbol con público que a gradas vacías. Ojalá, junto a ese hábito casi hecho ley de utilizar al segundo portero, los clubes tomen también la costumbre de precios bajos en la Copa. Y tendrán buen ambiente.

Otra cosa es que los jugadores piensen que, a precios bajos, juego también rebajado. Y eso hizo el Madrid ayer en una primera parte infame. Y lo peor es que fue más infame en los suplentes que en los otros. Justamente los llamados a dar el do de pecho, a reclamar el sitio, fueron los más desganados y aburridos. Y con ellos, Diarra, que está cobrándole pánico al Bernabéu. Frente a ese Madrid, el Écija lució como un equipo bueno, con hechuras, cerrándose como un puño cuando atacaban los blancos, abriéndose como una mano para atacar ellos a su vez. Juego solvente, serio, bien hecho. Y con ocasiones.

Por momentos se presintió la tragedia en el Bernabéu. Hubiera bastado con que el Écija marcara antes para que se organizara allí un pandemónium. Y pudo ser. Pero no. El que marcó fue Beckham, que hizo un partido torero. Los ingleses, ya se sabe, valoran más la Copa. Y Beckham, en realidad, valora todos los partidos. Y además entró De la Red, que dio algún criterio, y el Écija fue deshinchándose. El árbitro tampoco les ayudó, por cierto, porque el gol de Ronaldo (siete meses y un día después) vino precedido de fuera de juego. Luego, sí, la goleada. Y una esperanza abierta de nuevo: la de De la Red.

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