Sobre los casos de Cassano y Ronaldo

Dice Capello que cuando hay que sancionar es que todos han perdido, y tiene razón. Apartar a un jugador de la plantilla por indisciplina es doloroso, expresa un fracaso en la relación humana, mutila la plantilla y constituye un mensaje feo y negativo para el fútbol. Pero sospecho que no tenía otro remedio que hacerlo. Cassano es lo que se podría definir exactamente como un chico difícil. Su infancia y adolescencia fueron malas y duras y su carácter se resiente de eso. El fútbol le ha redimido, pero los contratiempos le hacen saltar. Hasta ahora Capello había sido la única figura que respetaba, pero...

Sin duda, las expectativas de Cassano se han visto defraudadas. Con Capello se entendió en el Roma, y al ver que el destino les reunía en Madrid se sintió feliz. Y empezó jugando. Pero Capello es estricto y justo, y no tiene favoritos. Cassano se ha abandonado, ha aparecido Reyes, ha emergido Robinho... y se ve sin sitio. Lo mismo que Beckham, sólo que este reacciona como un caballero: "No juego, pero creo en el proyecto". El proyecto es primero trabajo, luego trabajo, después trabajo y en cuarto lugar, fantasía. Cassano aporta fantasía, pero con un gran déficit en el trabajo. Y no hay privilegios.

Otro es el caso de Ronaldo, que aún no ha estallado. Ojalá juegue esta noche, y marque, porque eso aliviaría la tensión. La temporada avanza y se va viendo como suplente, hombre para la Copa y para calentar en la banda por si hace falta. Un destino feroz para una estrella mundial. Pero Capello sostiene que si un caballo que pesa 500 kilos, nota decisivamente tres de más en el hándicap, un futbolista de 75 kilos no se puede permitir ni cien gramos de más. Y Ronaldo está volviendo a coger peso. Y eso sólo lo puede solucionar él. Y todo el mundo, empezando por el propio Capello, está deseando que lo haga.

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