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El último sello de Schumacher

Uno de los días más memorables de mi trabajo periodístico en la F-1 lo viví en Suzuka, en el año 2000. Ese día, Michael Schumacher ganaba en una carrera épica, impresionante, su primer título con Ferrari luchando contra Mika Hakkinen. Lejos estaba de imaginarme que seis años más tarde, estaría viendo como el mismo piloto decía prácticamente adiós a la F-1, y regresaba a boxes con la frente alta, pero comprobando que esto se había acabado de verdad. Hasta Japón le tenía vivo la llama de la lucha por el título, pero a partir de este momento, sólo irá a Brasil a despedirse. Sabe que la guerra se ha acabado. Nos dejó muchas cosas en su carrera deportiva pero en sus últimos zarpazos, incluso momentos después de que su motor comenzase a agonizar, nos dejó una de sus perlas.

No quisiera hacer leña del árbol caído, pero observando detenidamente la actitud de Michael en el momento de su abandono, se ve claramente como se demora eternamente en apartarse de la trayectoria, regando de aceite la pista. Fue como si desease esparcirlo, justamente, por donde momentos después debía pasar Fernando Alonso. Resulta incomprensible que un piloto tan experimentado como él no pueda retirarse más rápido de la banda de rodadura, por el consiguiente peligro que conlleva. No quiero decir que haya querido que Alonso -él sabía de sobra quién venía detrás- pisase su aceite, pero si quieren ver el vídeo, lo pueden comprobar. El mismo Fernando nos dijo que tuvo que ir con cuidado. Queda muy poco. Pero habrá que estar atentos hasta la última curva de Interlagos.