Sin línea, sin seguridad, sin suerte...

Luis se empeña en seguir, pero ya nadie cree en él. La Federación está dispuesta a mantenerle, pero me malicio que es más que nada como muñeco de pim-pam-pum. Esa punta de sospechosos que ocupaba ayer el palco de Rasunda no piensa comprometerse con un cambio, sólo quiere vivir así, de palco en palco y ahí se las den todas, mientras el juzgado menea papeles. Pero la Selección es a día de hoy un grupo errático, cuyas apariciones en pantalla esperamos ya como las visitas al dentista, dispuestos a pasarlo mal y esperando que pase cuanto antes. Luis ya no puede dirigir este grupo.Porque dijo que se iba tras el Mundial y no se fue, lo que opera en su menoscabo. Porque barajó mal el caso de Xavi y Puyol, dando lugar a una crisis fea. Porque perdió la ocasión de ilusionarnos con novedades al regreso del Mundial. Porque el equipo se le cayó en Belfast. Porque ha manejado pésimamente el caso Raúl, cuestión en la que pasó meses armándose de valor para acabar por decidirse en el momento menos oportuno. Porque el partido de ayer, sin que a España le faltaran méritos en la segunda parte, fue otra muestra de que ya no hay línea de trabajo, como tampoco hay seguridad.Ni suerte, es verdad. Tras una infame primera parte, España se reconstruyó en torno a Iniesta (que pide a gritos el mando en este equipo) y con un modelo de tres defensas. Achuchó, encerró a Suecia y creó cuatro o cinco ocasiones claras. Pero el gol no llegó sino en su modalidad fantasma y no contabilizable, y de regreso de la jugada nos cayó el segundo. El equipo carece de aplomo, porque anda variando el modelo, entre otras cosas. Ya sólo puede esperar que las buenas noticias le lleguen de lejos, como ese empate de Dinamarca, que nos da vidilla. Y el miércoles, Argentina. Que Dios nos coja confesados.

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