Bakero, si pones la mejilla...
Bakero alzó ayer la voz por primera vez desde que llegara a Anoeta. Lo hizo para quejarse por las numerosas críticas que está recibiendo, en especial tras la derrota del pasado domingo en el Bernabéu. Desde luego, es desagradable comprobar cómo año tras año aparecen los mismos buitres para dar lecciones. Pronto olvidan que ellos mismos han demostrado -no una, sino dos y tres veces- su inutilidad para palpar y comprender que este banquillo no se dirige desde la fanfarronería. Bakero ama a la Real. Eso es incuestionable. Y todos los errores que pueda cometer partirán de esa base, importantísima y cada vez más complicada de obtener en un fútbol tan mercantil. En ese sentido tiene mucho ganado. Pero al de Goizueta aún le queda un mundo por demostrar.
Su apuesta ante el Madrid, por ejemplo, fue una grosería para la afición. Quizá en el curso de entrenadores se aprendan fundamentos como el que quiso plasmar sobre el campo, pero existe tal peligro de caerse al vacío intentándolo que no merece la pena arriesgarse. Ningún seguidor estaría tan contrariado a día de hoy si la Real hubiese caído con dignidad, acercándose a Casillas, jugando al fútbol en vez de tratar de que no lo hiciera el contrario. Además, tampoco es que haya futbolistas como para andar con este tipo de improvisaciones. Existen pocos recursos, así que bastante tiene Bakero con poder sacarles partido. De lo contrario, expone su mejilla a todo tipo de golpes. Así ha sido. Y así se lo van a recordar los mismos sabiondos e interesados de siempre.