Ronaldo: treinta años y otra actitud

Ronaldo cumple los treinta. Hace unos días dijo a O Globo que veterano es la peor palabra para un futbolista. Le conozco lo bastante para saber lo mucho que teme el fin de su carrera, porque un día me explicó el sufrimiento que le produjeron sus días y años sin jugar. Y más que eso, el temor a no volver a hacerlo nunca. Volvió a jugar, ganó un Mundial, marcó cien goles para el Madrid, regresó a otro Mundial, alcanzó el récord de quince goles en fases finales... Y el reloj siguió andando: tic, tac, tic, tac. Así, hasta dar la hora justa de los treinta años. Una frontera tras la cual todo futbolista empieza a presentir el otoño.

Y se ha puesto a trabajar. Ha perdido peso de verdad, y no es que me lo cuenten, es que se ve en las fotos. Y se entrena con ahínco. Parece que Capello está obrando este milagro. Capello o el tiempo, porque Ronaldo sabe que más allá de esta esquina que ahora dobla no hay otra, que este es el último tramo y que para alargarlo debe hacer unos esfuerzos que se debe a sí mismo. Francamente, yo no daba un duro por la dupla Capello-Ronaldo. Francamente, empiezo a pensar que estaba equivocado, que Ronaldo se agarra a Capello, que Capello se agarrará a Ronaldo, que juntos pueden hacer cosas.

Ya saben lo que piensa Capello: el toque-toque-toque-toque es ex fútbol. A Capello le gusta el fútbol directo y contundente, de ataques rápidos y con poca gente, sin riesgos atrás. Ahí entra de lleno Ronaldo, que es escapada, es galopada, es manada, es demolición. Con Van Nistelrooy de hombre diana, fijando la defensa, listo para el cabezazo, y él, Ronie, un poco más atrás sorprendiendo con ese arranque demoledor que abre un surco en el césped pero que no excluye la sutileza de la bicicleta fácil al portero rival. Cumple treinta, sí, dobla la última esquina. Pero empiezo a pensar que aún hay Ronaldo para rato...

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