Madrid corona a Alexandre Vinokourov

Termina la Vuelta a España, con un gran ganador: Vinokourov, el simpático kazajo que ha ido de menos a más, que empezó perdiendo tiempo y terreno y que después lo recuperó con creces atacando, atacando y atacando. Un digno ganador, por delante del favorito de este país, que era Valverde. Ambos han mantenido un glorioso duelo, con una diferencia: Vinokourov tenía más equipo. En La Pandera lo vimos: un Valverde solo y desconcertado (con el pinganillo estropeado, para más inri) frente a una estrategia general de lanzamiento y apoyo de Vinokourov. Ese día se resolvió la Vuelta.

Una Vuelta bonita, de la que me quedo, sobre todo, con un día: el de la victoria de David Millar, el sancionado y arrepentido, el convicto y confeso que purgó con dos años de suspensión y que volvió anunciando su arrepentimiento y su deseo de competir limpio. Y ganó, y dijo que esa victoria le supo mejor que todas las anteriores, ensuciadas por la química que inyectó en su cuerpo. Ya al arrancar les dije que hemos sido el diario oficial de la Vuelta a España porque en este periódico creemos, como Millar, que otro ciclismo es posible, y que ese otro ciclismo empieza por fin a imponerse.

No todo el mundo lo piensa así, lo sé. Asistí a una etapa en directo y el trato que recibí de viejos conocidos de este mundillo fue desigual. A muchos no les entra en la cabeza que el ciclismo deba limpiarse. Son muchos años de error, quizá, para reconocerlo. Mucho sentido de culpa compartida. Muchos años de silencio cómplice, en el caso de algunos periodistas. Pero al fin hemos asistido a una Vuelta con Eufemiano Fuentes a buen recaudo. Por este camino podrán volver los sponsors que ahora se están marchando espantados. Aún tendremos malas sorpresas, seguro, pero estamos en el camino.

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