Los silbidos de Anoeta y su sentido
Poco han tardado en llegar a Anoeta los primeros fantasmas de la temporada. El Sevilla se llevó cómodamente los puntos en el estreno realista en casa y el público se enfadó, sobre todo con López Rekarte. Este hecho ha levantado cierta polémica, pues los jugadores -y parte de la afición- no ven lógico abuchear al equipo al que en el fondo se debería apoyar. Es lícito pensar así. Lo que no es admisible es exigir la censura del respetable, como casi han propuesto parte de los futbolistas de la Real, sobre todo algunos nuevos fichajes. No es que la grada de Anoeta sea un ejemplo de animosidad y apoyo, pero lleva años sufriendo una dejadez y una falta de categoría trasladables a todos los ámbitos del club: presidencia, banquillo y, evidentemente, jugadores.
En todo este embrollo, Aitor viene siendo desde hace tiempo el centro de las iras. ¿Injusto? Habrá quien piense así, pero parece claro que podría haber hecho mucho más por cambiar esta tendencia. Y no lo ha hecho. La mayoría de los futbolistas ha tenido el mismo comportamiento, por lo que la sensación que deja este equipo es que no está en una campaña nueva, sino que ante el Sevilla se celebró la jornada 40 de la temporada 05-06. Y eso es lo que no puede ser. Si los futbolistas y el técnico no están capacitados para dar una vuelta de tuerca a la situación, entonces deben ser los dirigentes los que paguen. Pero Anoeta no se puede callar. Sólo aficiones conformistas admitirían eso. Entidades perdedoras, carne de Segunda, justo lo contrario de lo que es la Real.