Me contaba un periodista que en sus años de F-1, le tocó soportar la mayoría de victorias de Jackie Stewart. Siempre tuvo la sensación de que ganaba el escocés. Cuando me toca a mí contar batallitas, tengo que decir que me tuve que masticar una gran cantidad de esas noventa que lleva Michael Schumacher. Desde que estoy en esto, la última parte de 1994, le he visto personalmente en el podio unas cuantas veces. Ahora se va Schumacher y se va parte de lo que he vivido aquí. Sinceramente, en los últimos tiempos he llegado a pensar que iba a seguir corriendo, pero las presiones pudieron más que sus ganas. Si por él fuese habría seguido al menos un par de años, pero en Ferrari estaban pensando que era mejor apostar por el futuro y aconsejarle, subliminalmente, que no siguiera...

Flotaba en el ambiente, pero seguía habiendo huecos para la esperanza y que siguiera. Algunos se resistían a creer que no estuviese el próximo 18 de marzo, cuando se dé la salida del GP de Australia. Así va a ser. Muchos no le querían, ni le quieren, pero el Kaiser seguía siendo un personaje necesario para este negocio, aunque en los últimos tiempos haya dado signos de resquebrajarse. Personalmente, he sido uno de los que más le ha criticado cuando ha cometido excesos, pero también me he rendido ante varias de sus hazañas. Casi siempre con coches excelentes, todo hay que decirlo. Al único que le he visto hacer cosas excepcionales con un medio mecánico inferior ha sido a Alonso. Justo quien le habrá hecho meditar, más que nadie, su decisión de irse de las pistas definitivamente.