Sí señor, la vida puede ser maravillosa

Lo dice una y otra vez Andrés Montes, la vida puede ser maravillosa. Y lo ratifica ahí abajo un equipo superior, ideal, simpático, deslumbrante. Un equipo que lidera Gasol, jugador descomunal, pero del que los demás no quedan lejos. Ni siquiera su novel hermano, carne de minutos de la basura en el Barça, jugador adulto, duro y competitivo en esta Selección que vuela hacia el oro. Un día tras otro este grupo nos hace sentirnos cada vez más optimistas porque juega, se quiere, disfruta, mantiene la tensión, domina su intensidad, domina el juego por dentro y el juego por fuera. Y es rápido. Endiabladamente rápido.Esa es una gran clave en el deporte. Anteayer uno que sabe de baloncesto llegó a preocuparme. "Van pasando los partidos, se va a notar, la velocidad no podrá ser la misma. Y los lituanos son muy altos. Y por dentro..." Pero no, la velocidad no decae y España se llevó por delante a Lituania ya en el primer cuarto. Y después no cedió, no quiso ni el menor asomo de susto. Este equipo, además, es largo. Tiene un cinco inicial de fábula, pero los recambios no quedan lejos, mantienen el ritmo de anotación, la tensión defensiva, y hasta aportan lujos extras, como ese insistente alleyoop que fabrican entre Sergio y Rudy.Este viejo país necesita buenas noticias, y me parece que aquí se está fraguando una muy gorda. Nos gusta mirarnos en este espejo, que nos devuelve una España joven, sana, fuerte, competitiva, audaz. Vienen pidiendo guerra desde que eran júniors, júniors de oro, y ahora, en su joven madurez, ofrecen la mejor versión posible de un deporte hermoso, dinámico, ágil, que exige potencia, habilidad, talento y solidaridad. Un buen entrenador, sencillo y sabio, los prepara, los alecciona, los rota, los mantiene felices y en tensión. Y ellos ganan, ganan, ganan y ganan. Sí señor, la vida puede ser maravillosa.

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