Llegó el Comandante y mandó a parar

Esta noche se presenta ante los suyos el Real Madrid en su versión 2006-2007. Versión Capello reconstituido. Aquí valdría aquello de Llegó el Comandante y mandó a parar que se cantaba cuando los barbudos de Fidel acabaron con las licencias de la Cuba de la época. El Madrid Galáctico, el de los dos laterales al ataque, Figo chupando, Zidane y sus ruletas, el gordito feliz, la melena de Beckham, que defiendan los tontos y Casillas ahí te quedas, ha pasado a mejor vida. Aquella gloriosa insensatez, aquel equipo disoluto y simpático, ha recibido el más severo de los impactos: Fabio Capello.

Ayer mismo llegó Diarra. Antes que él llegaron Cannavaro, Emerson y Van Nistelrooy. Todos tipos sólidos, con estatura, casi todos en la treintena. Gente poco dada a las contemplaciones. Nada de Kaká, ni Cesc, ni Robben, ni Xabi Alonso, ni Reyes... Cuando le han hablado de alguno de estos, Capello ha esgrimido como prioridad alguno de aquellos. Mijatovic ha cumplido como un jabato y ha modificado la plantilla al gusto de Capello, que hoy se presenta bajo las luces del Bernabéu con su modelo: un Madrid esforzado, donde la diversión es una frivolidad. El objetivo es sólo ganar.

Así que hemos pasado de Papaíto piernas largas, con Zidane en el papel de Fred Astaire, a Buscar al soldado Ryan, con Capello en el de capitán de los Rangers. No es lo mismo, pero también así se puede ganar el Óscar. Es la purga a tanta frivolidad galáctica, a tantas jornadas de entrenamiento escaqueadas, a tanto desprecio al makelelismo, a tanto culto a la fatuidad. Hace un año justo el Madrid estrenaba una película fantasiosa, Real the Movie, de la que sólo se derivaron pérdidas. Ahora empieza de nuevo, por otro lado, con un proyecto castrense, de músculo y disciplina. Es el efecto péndulo.

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