Robinho devolvió el precio de la entrada

Para Bernabéu era una obsesión tener a un jugador "que levante al público de los asientos", según su propia expresión. Por eso cuando se presentía la decadencia de Gento (y Kopa ya se había ido) fichó a Amancio, que tuvo que pagar mediante un sablazo a su vicepresidente Muñoz Lusarreta, porque la directiva no autorizaba un fichaje para el que no había dinero. Y cuando Amancio se consumió fue a por Juanito, ese al que aún se aplaude desde el Fondo Sur en el minuto siete (¡Illa, illa, illa, Juanito Maravilla!) de cada partido. Pagamos la entrada por los jugadores que nos levantan del asiento.

Ahora el Madrid tiene a Robinho y yo temo por él, aunque desde ayer temo algo menos. Espero que el duro corazón de Capello, tan firme en sus convicciones, sea sensible al encanto de Robinho, que ayer salvó el partido con sus arrancadas y con su gol. Lo salvó desde el punto de vista del espectáculo, que importa tanto como el del marcador. Concedo a Capello el derecho a blindar el equipo en la parte de atrás. Para eso se le ha traído. Venga Diarra, como vino Emerson. ¿Otro central? Pues otro central. Pero si hay cuatro defensas y dos pivotes sólidos, que en los cuatro de arriba asome la creación.

Siempre he observado una cosa en los entrenadores de lo que solemos llamar Escuela de Coverciano(la escuela de entrenadores italiana, que al tiempo que una escuela física lo es también en el sentido de estilo). Si encuentran enfrente un jugador como Robinho, emplean una semana de entrenamientos y tres jugadores durante el partido en buscar y aplicar fórmulas para frenarle. Pero si lo tienen en sus propias filas por menos de nada no lo ponen. O lo ponen a desgana, empujados por la prensa o por la afición. ¿Cuál va a ser el caso? Hasta ahora, Robinho iba para suplente, pero quizá aún haya remedio.

Lo más visto

Más noticias