Kaká es el eje del verano madridista

Se presentó Cannavaro, que recogió de manos del gran Di Stéfano la camiseta con el cinco de Zidane. Un tipo positivo, de magnífica sonrisa, que se presentó como un pincel (en contraste con el cochambroso aspecto en acto similar de Cassano, cuya foto queda como icono de la decadencia del florentinato) y que lanza declaraciones animosas. Está exultante. No es para menos. Capitán de la selección campeona del mundo, flamante primera piedra del nuevo proyecto madridista. Piensa en la Champions, piensa en el Balón de Oro, repite una y otra vez que ha llegado al club con más títulos del mundo.

Y anoche llegó Emerson. Con él el Madrid habrá cubierto dos vacíos que quedaron a las salidas de Hierro y Makelele, y que no se han sabido cubrir. Dos agonistas, como se dice en Italia, para fortalecer la parte de atrás. Pero hay otra pieza que ha echado en falta el Madrid de estos años. Los italianos la llaman il regista, los argentinos lo llaman el que lleva la manija, en España solemos decir el armador de juego. Iba a ser Cesc, probablemente será Xabi Alonso. Uno de los dos estará. Un español y eso está bien. La afición lo demanda, y ambos son buenos. Y también llegará Van Nistelrooy, goleador.

Pero el eje del verano blanco es Kaká, el fantasista, de nuevo en término italiano, el violín, en término argentino, el virguero, en español castizo. El hombre para mitigar la ausencia de Zidane. El jugador que salve la bandera del hermoso proyecto que a Florentino se le torció, el hombre que nos confirme que Calderón va por ahí, que una cosa es apuntalar los agujeros atrás y otra abandonar el equipo a gente de fuerza, entusiasmo y de rompe y rasga. Por lo que se ve, Calderón va en serio. La Gazzetta empieza a verle fuera. El Milán se quiere resistir. El jugador quiere venir. La lucha va a ser dura.

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