No es de Mos ni de El Barraco, pero...

Sí, ya sé. Me dicen que Calderón dobla la apuesta por Kaká y que le ofrece siete años y siete fortunas. Que en el Atlético todo es un sinvivir por el futuro del Niño. Que el Barça tiene que improvisar elecciones, a las que algunos aseguran que no podría concurrir Laporta. Y Javi se nos va a Serbia. Y ya hay calendario de Liga. El fútbol emite, como todo el año, sus poderosos reclamos, pero yo no logro apartar mi mirada de este Tour de Francia que ha recuperado su vieja mística. Tour de desmayos y resurrecciones, titulé ayer. Lo mismo podría titular hoy. Sólo que esta vez el resurrecto fue el menonita.

Le despedimos con una pájara tremenda en la Toussioure, el miércoles, que le costó diez minutos. Ha entregado el Tour, sentenciamos todos. Pues jajay. Le reencontramos ayer lanzándose a una escapada larga, de 130 kilómetros, en el curso de la cual volvió a ser líder de la carrera y a cuyo término no lo fue por la exigua distancia de treinta segundos. Esperanzador margen para él cuando por delante aún queda una contrarreloj de 57 kilómetros, en la que Pereiro y Sastre tendrán que batirse como gatos panza arriba. Mantienen sus posibilidades, sí, pero Landis maneja mejor la especialidad...

Hubiera bastado que obtuviera un minuto menos de renta para que viéramos la vida de otro color, pero el póker que se jugaron los directores de CSC y T-Mobile, que apostaron por desgastar a Pereiro , le permitió coger una distancia sideral y, más importante, rodar tranquilo, comer tranquilo. Cuando Caisse d'Epargne anunció que tiraba la toalla tocaron a rebato, pero un poco tarde. Klöden se cae del podio, Sastre ve disminuidas sus posibilidades de victoria final. Se pasaron de listos. Pero además es que Landis es un héroe. No es de Mos ni de El Barraco, pero si al final gana le aplaudiremos lo mismo.

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