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Echaremos de menos a Montoya

Muchas veces he criticado algunas actitudes de Juan Pablo Montoya dentro de las pistas. Más que nada, me parece que el colombiano debería haber logrado algo más contundente en materia de resultados en estos años en la F-1. Disfrutó de coches de prestaciones altas y, al final, quedó la sensación de que podría haberse ido con algún título. El de 2003 lo tuvo muy a tiro, y terminó tercero. Pero no podemos olvidar que, a cambio, nos ofreció toda su audacia para firmar momentos inolvidables. El primero que recuerdo es ese formidable adelantamiento que le hizo a Schumacher en Brasil 2001, o el que le hizo también al alemán en Bélgica 2004. El piloto que mantuvo a raya en las últimas carreras de 2005 al mismísimo Raikkonen -a paridad de coches- vuelve a correr en Estados Unidos.

Por eso, me parece injusto que un piloto de este calibre y carisma esté ausente de la F-1. Montoya podía gustar o no, pero es un personaje irreemplazable. Antes que él, otros pilotos deberían haber salido de la categoría... y no es necesario dar los nombres. Pero Juancho, cansado de su irrespirable situación en McLaren y dando una pincelada de carácter, firmó un contrato que va a dar un brusco giro a su carrera deportiva y un buen golpe a la imagen de la F-1. Los que aquí mandan lo saben: no le hace nada bien a las huestes de Ecclestone que un piloto de esta envergadura emigre a la NASCAR, pero ahora que Montoya está fuera, no les queda más remedio que tragar. Lo bueno es que para De La Rosa todo esto le ha caído del cielo y es una oportunidad de oro. Se la merece como pocos...