Francia e Italia. ¡Tan cerca y tan lejos...!

Ahí están, Francia e Italia. Tan cerca. ¡Y tan lejos...! Juegan la final de la Copa del Mundo de Fútbol, mientras que nosotros, una vez más, nos comemos las uñas y nos preguntamos qué nos pasa. Para mí es sencillo, aunque inexplicable: el fútbol es desagradecido con este país que tanto lo ama. No nos envía su inspiración. Nuestros mejores deportistas, descontado Zamora, que apenas quedará alguien vivo que lo viera (y lo tenemos demasiado olvidado) nos han llegado en otros deportes: Uzcudun, Santana, Nieto, Ballesteros, Indurain, Nadal, Alonso... Ninguno de ellos ha sido o es futbolista.

Francia está ahí con Vieira, Zidane y Henry, entre otros. ¿Tenemos hoy alguno tan bueno como ellos? Italia está ahí por su vieja casta competitiva, por su capacidad para calibrar las situaciones, algo que forma parte de su cultura futbolística. Y también porque tienen a Cannavaro, Gattuso, Totti... Jugadores que podríamos envidiar tanto como el estilo indomable de ese equipo azurro que siempre hace lo menos que puede, que se conformaría con ganar los partidos fáciles por medio gol, pero que si tiene que echar el resto un día, como ante Alemania en Dortmund, también es capaz de la mayor de las gestas.

Una final hermosa, en todo caso, aunque no estemos nosotros. Una final a la que concurren ocho jugadores de esa Juve que quizá mañana mismo conozca el oprobio de su descenso. Claroscuros del fútbol italiano. Pero sobre todo una final que coloca sus focos sobre Zidane, el jugador más elegante que jamás vi, y del que ahora sabemos que tenía anotada en rojo esta fecha en el calendario de su vida. Una final hermosa, entre dos países de vieja tradición fubolística, que han llegado ahí yendo de menos a más, como dicen que deben ser las faenas de los buenos toreros. Una gran final, y que gane el mejor.

Lo más visto

Más noticias