Unas elecciones sin voto por correo

Finalmente la juez ha decidido anular totalmente el voto por correo en las elecciones del Madrid. Una decisión extrema, inspirada sin duda en evidencias de una utilización irregular de esa práctica. Una decisión que busca un mal menor, pero que elimina de raíz la posibilidad de voto de muchos socios. De los que se hayan ido de vacaciones ayer o lo hagan hoy. De los que vivan lejos de Madrid, que hay millares. De los que tengan ocupaciones el domingo que les impidan acercarse al Bernabéu. Para todos esos la posibilidad de votar, o de que se contabilice su voto ya entregado, se ha esfumado.

¿Cómo se ha podido llegar a esto? Porque la forma en que los estatutos del Madrid regulan el voto por correo lo han envilecido. Los estatutos (reformados en ese sentido bajo el mandato de Florentino) disponen que el voto por correo lo puede recoger cada candidato. Ahora eso se ha convertido en una bomba fétida. El voto recaudado directamente por cada candidato ha acabado por tomar la forma de un voto comprado, u obtenido a cambio de una entrada o de un regalo, o solicitado en empresas a empleados que se ven en un compromiso ante los jefes que se lo solicitan. En definitiva, un voto ensuciado.

Por si eso fuera poco, a ello se ha añadido la sospecha de que el club estaba trabajando activamente para una de las candidaturas, y la malicia, a mi juicio excesiva, de que se podrían estar utilizando los archivos del club para arrimarle votos, aun sin conocimiento de los socios. Y, de remate, la desobediencia al primer auto de la juez, que quiso frenar la recogida de votos desde el martes y se encontró con que sus enviadas eran toreadas en el club. Un horror. Y lo de ahora es una salida mala. Estas elecciones son impugnables: el voto por correo es un derecho. Pero quizá sea la menos mala de las salidas.

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