De los violines a los tambores de guerra

Partido limpio y suave por la tarde. Inglaterra, los inventores, contra Ecuador, la selección revelación del torneo. Ecuador teje su fútbol, lindo y pausado, que tanto nos recuerda a la Colombia de Maturana. Al poco de empezar revienta el balón en el larguero. No va a ser su tarde de suerte, pensé. Y no lo fue. Sin ser mejor, esta Inglaterra de los grandes jugadores mal colocados por Eriksson se llevó el partido con un impecable tiro libre de Beckham. La estrella madridista luce en el Mundial, lejos de las sospechas que le acompañan entre nosotros donde le hemos hecho símbolo de la malaventura galáctica.

Cayó Ecuador y bien que lo siento. Merecía la pena poner la tele para ver a este equipo, y llenaba de satisfacción ver la alegría de su gente, de la que tanta hay entre nosotros. En todo caso, que les quiten lo bailado: han sido la novedad más estimulante del Mundial hasta ahora y dejan un aroma muy positivo. En cuanto a Inglaterra, ganó dos veces. Lo digo porque lo que ocurrió a la noche fue una batalla despiadada de la que salió ganadora Portugal, pero con dos expulsados y la lesión de Cristiano Ronaldo. Los violines de la tarde entre Inglaterra y Ecuador fueron tambores de guerra en el partido de la noche.

Un partido mal arbitrado puede degenerar fácilmente, y eso ocurrió. Ivanov es un calamidad que consiguió con su mal uso de las tarjetas que todo el mundo se sintiera agraviado. Y a más agravios, más intemperancias, y a más intemperancias, más tarjetas. Y él, con el rumbo perdido, dando manivela a esa locura, que empezó cuando dejó en simple amarilla la entrada criminal de Boulahrouz a Cristiano Ronaldo. El otro hombre del partido fue Van Basten, que la tiene tomada con Van Nistelrooy y dejó a su selección caer antes que tirar de él, a pesar de que el partido lo pedía a gritos. Cosas veredes, Nicomedes.

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