Holanda, Costa de Marfil y el arbitraje

Veo a los holandeses felices, abrazándose tras su segunda victoria, que les coloca en octavos, pero... Es un país que admiro, que he visitado y me gusta, y que ha sido escuela de un modelo de fútbol atacante y bello, pero... Holanda ilumina y alegra el Mundial desde hace años, ha merecido algún título, ha sido dos veces finalista y en ambas ocasiones le tocó jugar esa final contra el país organizador; todos estamos de acuerdo en que a estas alturas merecía tener al menos ya un título, pero... Pero no puedo alegrarme con ellos. El árbitro segó las posibilidades de Costa de Marfil. Y eso me duele.

Hasta tres penaltis conté, honestamente lo digo, en el área de Holanda. El primero, aún con cero a cero. Y una entrada de expulsión de Van Bommel al diminuto Boka. El árbitro colombiano Óscar Ruiz se hizo el lonchas en las cuatro ocasiones. Él sabe, como todos, que a la organización le conviene más que siga Holanda. Él sabe, como todos, que para prosperar en el arbitraje lo importante no es no equivocarse, ni siquiera equivocarse poco, sino que lo importante es equivocarse sólo de la manera que conviene a quienes deciden sobre tu carrera como árbitro. Y esos son los que llegan hasta aquí.

Y Costa de Marfil, la mejor selección del África negra, se va. Dos partidos, dos derrotas. Derrotas apuradas, por 2-1, ante la flor y nata del fútbol americano y el europeo. Con arbitrajes más neutrales, particularmente el de ayer, hubiera podido ser otra cosa. Pero no hay manera. Estamos asistiendo a un gran Mundial, con partidos vibrantes, mayoría de selecciones atrevidas, la hermosa sorpresa de Ecuador, la actuación tan prometedora de España... Pero en lo tocante al arbitraje cambiamos poco. Lo de ayer se ha visto en otros partidos, aunque en menor proporción. Y se verá más a partir de ahora. Me desespera.

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