Ecuador nos dio la primera alegría

Bueno, pues ya estamos en el Mundial. Después de una ceremonia un tanto bochornosa, salvada sólo por el sencillo pero grato homenaje a todos los ganadores, comparecieron Alemania y Costa Rica. Las miradas las atraía Alemania, claro, porque es varias veces campeona, porque es anfitriona y, por todo ello, favorita. ¿Y por fútbol? Pues, francamente, no la vi mal. Y con Ballack ahí enmedio la espero mejor. Salió el plan pasen-pisen-estrujen-bajen y marcó pronto, y repitió en cuanto Wanchope hizo el primero de sus dos goles. Demostró contundencia de principio a fin. Un gran valor.

En su contra está que la defensa adelantada no les funciona. Siempre se les queda alguno enganchado (casi siempre el mismo, Friedrich) y por ahí le marcó dos goles Costa Rica, y eso que el linier salió al quite alguna vez. Pero, unas cosas con otras, Alemania transmitió una sensación convincente. Un aire de equipo que no sólo tiene historia y su condición de local, sino también una pegada terrible. Su juego no es hermoso, y una vez más se hace verdad aquello de que al tercer bostezo, gol de Alemania, pero va a tener que ser muy bueno el equipo que los aparte del camino de la final.

Y luego, Ecuador, la primera alegría. País hispano que además nos invade pacíficamente en los últimos años. La colonia ecuatoriana en España (en Madrid sobre todo) es enorme, discreta y trabajadora. Anoche se juntaron ocho mil en Vistalegre para jalear a su equipo, que sacó la victoria ante Polonia. Ahora sólo Costa Rica se interpone entre ellos y la clasificación. Tienen derecho al optimismo, porque el suyo es un equipo que sabe parapetarse y sabe salir con el balón jugado. Un inicio así es lo que querríamos para los nuestros, mientras Luis sigue con sus dudas... o haciendo que las tiene.

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