Con una sonrisa y una duda

España necesitaba esta victoria y el Niño necesitaba este gol. Un gol para creer, para ganar en optimismo, para hacernos respetar. Para llegar a Alemania con una buena tarjeta de presentación, para hacer valer el talento de nuestro fútbol. Un gol bonito, de los que se ven de tarde en tarde, fruto de una acción colectiva, con la granujería de los que dejaron pasar el balón y el alarde final de Torres. En el descuento, cuando sobre él pesaba el penalti fallado. Un alarde de jugador grande que carga con dudas precisamente sobre su capacidad realizadora. Escogió el mejor momento para hacerse valer. Y de la mano de ese gol iremos a Alemania con una sonrisa.

Con una sonrisa, sí, pero me temo que con dudas. Ayer Luis tiró de los jugones, en el primer y el segundo tiempo. Dos variantes (una con y otra sin Raúl) pero siempre los jugones. Los boinas verdes (Albelda y Senna) no comparecieron. Fue noche de violinistas. Enfrente estaba una de las selecciones que van a estar en el Mundial. No era un partido en casa, sino en campo neutral. Y España ganó, a pesar de un autogol, de un tiro al palo, de un penalti fallado. Ganó con un gol, sí, de rebote (Pernía está bendecido al modo de Casillas, tengo la impresión) pero con otro que fue un golazo. En todo caso, ganó bien. Y el partido estuvo a cargo de los violinistas.

Por eso me temo (y me lo temo porque me lo dicen) que lo de anoche haya sido un brindis al sol. Que ante Ucrania vuelva la alineación de salida de los dos partidos anteriores, con una media pensada más para contener y menos para distraer e ingeniar. Es la idea con que estaba Luis antes de este partido, y me temo que no la haya cambiado. Y me gustaría que lo reconsiderara. Por la victoria de anoche y porque nada en la historia del fútbol demuestra que las precauciones ofrezcan mejores resultados que el atrevimiento. Nada. Nadie ganó más mundiales que Brasil, que juega de determinada forma. Y en el peor de los casos, si no se gana, más vale quedarse con detalles en la retina.