África negra: el fútbol de aquel Eusebio

El primer jugador del África negra que impresionó en un Mundial fue Eusebio, un mozambiqueño que jugaba con Portugal, porque entonces Mozambique era colonia portuguesa. Anunciaba lo que estaba por venir: un fútbol de potencia, zancada y terrible violencia en el disparo, un fútbol nacido de la exultancia muscular, construido, por tanto, sobre una base física superior. Eusebio fue un adelantado. Su relación con un país futbolísticamente desarrollado le favorecía. Por aquellos años (los sesenta) el jugador del África negra era por lo general habilidoso pero caótico, chupón, carente de disciplina táctica.

Así era Zaire, primera selección de aquella región (hablo siempre del África subsahariana, no de la del Norte, cuyo desarrollo futbolístico fue muy anterior) que jugó una fase final, en 1974. Pero ya en 1982, con Camerún, vimos otra cosa. Un equipo bien hecho, con la manija a cargo de Roger Millar, que ya no era futbolista de músculo, sino un sabio táctico, pleno de visión de juego. Cuatro años después, esa Camerún ganó el partido inaugural a Argentina, campeona vigente, y en cuartos tuvo contra las cuerdas a la mismísima Inglaterra. Luego, ya saben, Nigeria, Senegal... Selecciones competitivas.

Este Mundial va a presentarnos por primera a vez a cuatro países de la zona: Togo, Costa de Marfil, Angola y Ghana. Las cuatro, debutantes, lo que habla del alto nivel general, que ha desplazado a las clásicas (entre ellas Camerún) del trono. ¿Hasta dónde llegarán? Hay quien pronostica desde hace tiempo la victoria de aquel fútbol en un Mundial. En algún momento acertarán. No creo que sea todavía, pero sí que ahí crece un fútbol emergente que va invadiendo los campeonatos de la Europa rica, que gana cuota en el Mundial que conserva su base física superior y que cada vez sabe más. El fútbol de Eusebio.

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