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Al campeón le faltaba esta fiesta

Fue uno de esos días que existen para disfrute de los que nos gusta el automovilismo. Uno de esos que terminas recordando durante muchos años y los cuentas a tus nietos. Todo fue emocionante, imponente. Ponía la piel de gallina escuchar a los aficionados corear el nombre de Alonso en la tribuna grande de Montmeló. La fiesta fue total. La victoria, el broche de oro a un festejo multitudinario que había comenzado a fraguarse desde hacía meses en muchos sitios. Durante los inolvidables días que tuvo este GP de España, me he encontrado con gente de todos los sitios del país, gente que había hecho muchísimos kilómetros para ver un deporte que hoy en día mueve a millones de personas para apoyar a un ídolo que ayer inscribió en su palmarés la victoria que mas deseaba.

Y lo hizo poniendo todo su talento sobre un coche que si bien no era tan inferior a los Ferrari como se pensaba, tampoco era superior. Esa primera parte de carrera de Fernando quizá no pareciera tan espectacular como en verdad fue por su extraordinario rendimiento. Unos registros extremos que dejaron desconcertados a los ingenieros de Ferrari y bastante confuso a Michael Schumacher, que pareció que en los primeros compases ni se preocupaba por ganar. Hubo una época, allá por 2002, en la que el 'Kaiser' no hacía muchas poles, pero en carrera arrasaba. Ayer pensaría que esos tiempos habían vuelto. Se equivocó. No contó con un Alonso que es el adversario con el que nunca hubiese querido encontrarse, y con el que se va a tener que medir si quiere seguir en F-1.